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HERMENEIA #1: RAB HATFIELD Y LA «NATIVIDAD MÍSTICA» DE SANDRO BOTTICELLI (I)

Posted in Hermeneia with tags , , , , , , , , , , on 24 diciembre, 2012 by teseos30

En una entrada anterior había prometido analizar con mayor detenimiento esta  obra de Botticelli que siempre me ha parecido fascinante tanto por su gran belleza como por su ambigüedad.  A pesar de su pequeño formato (108.5 x 75 cm) su atmósfera general da la sensación de un trasfondo obscuro y difícil de desentrañar.  Y lo he podido constatar en mi búsqueda de fuentes de apoyo. Se trata de una de las obras de Botticelli que han inspirado innumerables análisis, investigaciones e interpretaciones.

Prometí que la analizaría, pero ahora me doy cuenta de que eso fue una fanfarronada. Habiendo mentes incomparablemente más capacitadas que la mía para esa titánica y difícil tarea, es una falta de respeto y de modestia el afirmar que yo emprendería tal hazaña. No me menosprecio, por supuesto, pero es apabullante la cantidad de estudios profundos, serios y rigurosos que se han hecho de la obra de este genial maestro del Quattrocento. Entre ellos he encontrado uno interesantísimo que parece no sólo ofrecer una muy plausible interpretación iconológica de la Natividad Mística, sino también mostrar de cerca la viva impresión e influencia que Girolamo Savonarola ejerció en la última etapa de la vida y la producción de Botticelli. El estudio al que me refiero es «Botticelli’s Mystic Nativity, Savonarola and the Millennium», del Dr. Rab Hatfield, Historiador del Arte graduado en Harvard; este admirable y eminente experto del arte renacentista enseñó en Yale y encabezó, de 1982 a 2007, el Departamento de Historia del Arte de la Syracuse University en Florencia, Italia. Este excelente y profundo ensayo fue publicado en 1995 en  el Journal of the Warburg and Courtauld Institutes  (Vol. 58, pp. 88-114).

Aunque existen otros estudios e interpretaciones, en esta ocasión me ceñiré al trabajo de Hatfield, por ser quizá el mejor documentado que he encontrado (amén de algunos puntos polémicos o que  me parecen poco consistentes y que más adelante señalaré extensa y detalladamente).  Tanto así que me basé en él para enriquecer la exposición que hice sobre las pasiones en la obra de Botticelli en el Diplomado «Las Pasiones del Alma» en el Centro Universitario de Humanidades, en Querétaro. Así que, ¡manos a la obra!

La Natividad Mística (perteneciente a la colección de la National Gallery de Londres) es la única obra firmada y fechada por Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, alias  Sandro Botticelli. Debido a su carácter poco convencional —el cual, con Hatfield, iremos desentrañando poco a poco—   se ha sugerido que quizá fue pintada para la devoción privada del mismo Botticelli, o quizá para alguien cercano a él.

Su manera de representar el nacimiento de Jesucristo y la adoración de los pastores se aleja de la tradición iconográfica y se ha insistido en que entraña una lectura milenarista de dicho acontecimiento, muy acorde al espíritu de su época. También se ha señalado que se refiere veladamente a la situación política, social y espiritual de la Florencia de inicios del siglo XVI; situación marcada por acontecimientos de gran peso: la muerte de Carlos VIII, l’Affable, rey de Francia; la expulsión de Piero de Médicis de la señoría de la ciudad, la toma del poder por el partido de Girolamo Savonarola y la caída del mismo por las presiones políticas, religiosas y militares de  Alejandro VI, el Papa Borgia.

Hatfield demuestra documentalmente que Botticelli pintó este cuadro influido por los sermones y escritos que Savonarola dirigió contra la Florencia de los Médicis y su «decadencia moral». Aunque no hay documentos que acrediten fehacientemente que Botticelli fuese adepto o discípulo de Savonarola, ciertos temas y tratamientos de sus obras tardías, como la Natividad Mística o la llamada Crucifixión Mística, ciertamente estuvieron basadas en sus sermones y en el espíritu de renovatio que propugnaban. Botticelli, como muchos florentinos de su tiempo, indudablemente  se sintió atraído por la carismática personalidad de Savonarola; incuestionable eje de los acontecimientos políticos y culturales de la Florencia de fines del siglo XV e inicios del XVI.

Hatfield inicia su análisis haciendo referencia al carácter inusual de la obra:  en principio, es pequeña para los estándares de la época, en la que abundaban las obras de grandes dimensiones, destinadas a los templos y palacios. Ello apoyaría la tesis de que se trataba de una obra para la devoción o apreciación privada. Asimismo, está pintada sobre tela, lo cual es inusual tanto para la técnica empleada (temple) como para la preferencia contemporánea por el empleo de la tabla como soporte pictórico.

Hatfield señala, además, cinco rasgos distintivos de la obra:

a) Ofrece una peculiar interpretación del tema de la Natividad, pues a diferencia de otras obras similares, en esta los ángeles acompañan y conducen a los hombres hasta el portal y les muestran al Niño recién nacido. Podemos notarlo en los siguientes detalles de la pieza:

b) Presenta tres parejas de ángeles y mortales abrazándose y besándose (cosa que es, a mi juicio y de suyo, excéntrica; sobre todo tomando en cuenta el teatral  y gestual patetismo que con el que lo hacen):

c)  Un coro de 12 ángeles danzando en el aire, con ramas de olivo, filacterias y coronas:

d) Una larga inscripción en griego (no muy bueno, señala Hatfield) con referencias al Apocalipsis y a la caída de Savonarola.

e) Hatfield señala la presencia de  cinco demonios en fuga. Sin embargo, aquí he de intervenir, pues en realidad son seis los demonios que aparecen en el cuadro, tal como podremos constatar en los siguientes detalles (si no me creen, los invito a contar demonios):

PRIMERA INTERPRETACIÓN: FUNDAMENTOS ALEGÓRICOS DE LAS RAMAS DE OLIVO, BESOS, LOS TRES ÁNGELES EN EL TECHO DEL PORTAL, LOS ABRAZOS, CONDUCCIÓN AL PESEBRE, POSTURAS DE LA VIRGEN Y EL NIÑO.

Pues bien, antes de entrar de lleno a las interpretaciones de Hatfield, he de señalar con soberbia y orgullo que no quise atenerme a sus traducciones del latín y el italiano, así que he sido yo, José María Guadalupe Cabrera Hernández, quien ha traducido directamente de esas lenguas  al castellano. Hecha esta jactanciosa advertencia, podemos continuar.

Según Hatfield, una de las fuentes primarias del cuadro es el sermón[1] que Savonarola predicó en la misa de Navidad de 1493 en la Catedral de Santa María del Fiore. Dicho sermón toma como punto de partida el final el Salmo 85 “Quam bonus Israel Deus”:

9  Verum tamen prope timentes eum salutare ipsius,

ut inhabitet gloria in terra nostra.

10 Misericordia et veritas obviaverunt sibi;

justitia et pax osculatæ sunt.

11 Veritas de terra orta est,

et justitia de cælo prospexit.

12 Et enim Dominus dabit benignitatem,

et terra nostra dabit fructum suum.

13 Justitia ante eum ambulabit,

et ponet in via gressus suos.

9 Ciertamente cercana está la salvación para los que le temen (al Señor),

y así habite la gloria en nuestra tierra.

10 La misericordia y la verdad se encontraron;

La justicia y la paz se besaron.

11 La verdad brotará de la tierra,

y la justicia contemplará desde los cielos.

12 Y el Señor dará el bien,

y nuestra tierra dará su fruto.

13 La justicia irá delante de él,

y sus pasos nos pondrá por camino.

Savonarola relaciona este salmo con una visión que tuvo y que detalla en el sermón:

«Ecco che il cielo s’aperse, et subito veggo descendere dal seno del Padre Eterno una vene-randa donna con un ramo d’ulivo in mano, et veniva cantando, Misericordia Domini plena est terra: Ciò è la terra della Vergine santa fu ripiena della misericordia del Signore. La quale sollecitava et pregava il Fanciullo che uscisse fuora, et cosi, Veritas de terra orta est: Subito di questa terra nacque la Verità. Usci fuora il Bambino santo; posesi quivi in sulla nuda terra dinanzi alla Vergine santa. Hor subito che questa Verità fu uscita fuora, la Misericordia si scontrò con lei, et tutt’a due insieme s’abbracciorno et dissono, Universe vie Domini misericordia et veritas: Tutte le vie del Signore sono misericordia et verità. Et mentre che queste cose si facevano in terra, Iustitia de celo prospexit: La Giustitia risguardò dal cielo. Et vedendo queste nozze del figluolo di Dio con la natura humana, et desiderando di venire a tal convito, prese licenzia da Dio, et discese subito in terra, clamando et cantando, Gloria in excelsis Deo. Et ecco dall’altra parte del cielo venne una donna in habito semplice, bianco et puro, bellissima et gratiosa; et con empito grande corse inverso la Giustitia et insieme si baciorno; et cosi, Iustitia et Pax obsculate sunt. Et subito una di loro, che era Madonna Pace, disse, Et in terra pax hominibus bone voluntatis. Et cosi tutt’a quattro convenno insieme et feciono lega perpetua che chi n’havesse una le havesse tutte.»[2]

«He aquí que los cielos se abrieron, y de pronto veo que desciende del seno del Padre Eterno una venerable mujer con una rama de olivo en la mano, la cual venía cantando «La tierra está llena de la misericordia del Señor»: esto es, la tierra de la Virgen Santa fue colmada de la misericordia del Señor. La cual rogaba al Niño que saliese y de ese modo pronto de dicha tierra naciese la Verdad. Sale entonces el Santo Niño y se posa en la tierra desnuda, frente a la Virgen. Una vez que esta Verdad salió, la Misericordia se encontró con ella, ambas se abrazaron y dijeron: «Todos los caminos del Señor son de Misericordia y Verdad». Y mientras estas cosas se hacían en la tierra, la Justicia desde el cielo las vigilaba. Y viendo estas bodas entre el hijito de Dios con la naturaleza humana, y deseando asistir a tal convite, pidió licencia a Dios y pronto descendió a la tierra, clamando y cantando «Gloria a Dios en las alturas». Y he aquí que de otra parte del cielo bajó una mujer de vestido sencillo, blanco y puro, bellísima y graciosa; y con gran ímpetu ella y la Justicia se encontraron y se besaron: besándose así la Justicia y la Paz. Y una de ellas, que era la Madre Paz, dijo súbitamente: “Y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Acto seguido, las cuatro hicieron el pacto perpetuo de que quien tuviese a una de ellas, las tendría a todas.»

La visión referida por Savonarola en su sermón juega simultáneamente con las virtudes y una peculiar imagen de  la Natividad que Botticelli evoca en su obra a través de diversos detalles: las ramas de olivo que portan los ángeles (de rasgos claramente femeninos), los tres ángeles que parecen celebrar un pacto sobre el techo del portal, el Niño recién nacido y recostado «en la tierra desnuda, frente a la Virgen», la actitud contemplativa y orante de ésta, los besos y abrazos que se prodigan las tres parejas de la parte baja del cuadro. Todo ello lleva a Hatfield a sostener dicho sermón como una de las fuentes de inspiración de Botticelli.

Con respecto a las virtudes manejadas en esta “encantadora alegoría moral”[3], como señala Hatfield, hay dos puntos prioritarios a tomar en cuenta: en primer lugar, los nombres de las cuatro virtudes mencionadas en el salmo citado (Misericordia, Verdad, Justicia y Paz) son tomadas en cuenta por la tradición católica como nombres místicos y prefigurantes de Cristo; es decir, se refieren a él directamente y lo definen. En segundo lugar, según apunta Savonarola más adelante en el sermón, es necesario contar con dichas virtudes para ser digno y capaz de acercarse al Santo Pesebre:

Va’, figliuol mio, a questo santo presepio, se tu vuoi vedere il Bambino, et gustare quanto è dolce lo Sposo suo. Mena teco la Misericordia, ciò è, fa’ d’havere una buona et perfetta contritione de’ tuoi peccati, con speranza di trovare misericordia da questo Bambino. Immediate che tu harai questa contritione con questa speranza, tu sarai amico della Verità, et andrai a un buono confessore che ti dica la verità. Fatto questo, mediante l’assolutione sacerdotale et l’infusione della Gratia, tu sarai nel cospetto di Dio giustificato, et la Pace ti bacerà, perche tu sarai pacificato con Dio et meriterai d’essere introdotto mediante queste quattro venerande matrone nel santo tigurio; dove tu troverrai Giuseppo et Maria et quello che più desideri: Giesui Christo bambino giacere in sul fieno, et cominciare a patire per l’amore dell’huomo. All’hora tu t’inginocchierai insieme con li pastori semplici et puri, et adorerai il tuo Dio. [4]

«Ve, hijo mío, a ese Santo Pesebre, si quieres ver al Niño y probar cuán dulce es su Esposa. Lleva a la Misericordia contigo, es decir, procura tener un buen y perfecto arrepentimiento de tus pecados, con la esperanza de encontrar misericordia de este Niño. Tan pronto como te hayas arrepentido con esta esperanza, serás amigo de la Verdad e irás a un buen confesor, quien podrá decirte la verdad. Una vez hecho esto a través de la absolución sacerdotal y la infusión de la Gracia, serás hecho justo a la vista de Dios, y la Paz te besará, porque estarás en paz con Dios y serás digno de ser conducido por estas cuatro venerables damas dentro del Santo Portal, donde encontrarás a José y María junto aquel a quien más deseas: Jesucristo Niño, acostado en el heno y empezando a sufrir por amor a la humanidad. Entonces te arrodillarás codo a codo con los simples y puros pastores para adorar a tu Dios.»

La virtud de la Paz besa al pecador reconciliado con Dios, y como ya es digno por su «amistad» con la Verdad, lo conduce al Portal, donde, «codo a codo con los simples y puros pastores» adora al Niño flanqueado por María y José. Hatfield considera que Botticelli retoma estas imágenes retóricas y alegóricas en la Natividad Mística.

Por otra parte, la referencia del verso La verdad brotará de la tierra” como figura del nacimiento de Cristo, era un lugar común en la interpretación medieval del salmo 85. Asimismo, en los días de Botticelli era común entender el verso “La misericordia y la verdad se encontraron; / La justicia y la paz se besaron” como profecía de la “reconciliación”, en Cristo, de los dos pares de las virtudes celestiales.

Esta idea de la “reconciliación” de las virtudes “hijas de Dios” —que se encuentran opuestas entre sí en pares antagónicos (misericordia-verdad, justicia-paz)— era común en dramatizaciones de la Anunciación y la Crucifixión. Sin embargo, son Savonarola y Botticelli los primeros en vincular esta idea a la Natividad; y Hatfield considera que no parece haber precedente del escenario navideño de Savonarola o de su idea de progresión espiritual que toma una a una a las virtudes para acercarse al Santo Pesebre.

Quizá anticipando que la mera alusión del sermón al encuentro, el abrazo y el beso entre las virtudes no fuese suficiente —aun cuando es reforzada por la sugerente interpretación alegórica de la Natividad que ofrece Savonarola y apoyaría la idea de tomar el sermón como fuente de inspiración de la Natividad Mística—, Hatfield reconoce que la correspondencia entre la pintura y el texto no es del todo precisa. Sin embargo, señala que existen otras fuentes sobre las que no puede caber ninguna duda razonable y que demuestran “contundentemente”, a su juicio, que Botticelli fue influenciado por Savonarola.[5]

Alrededor del año 1400 el tema de la reconciliación de las virtudes celestiales fue utilizado como fondo de cierta propaganda “reformista”. Según el cronista Luca Dominici, fueron colocados avisos relacionados con el Libro del Apocalipsis en las puertas de las iglesias más importantes de Bolonia, donde se leía lo siguiente:

«Per universum gentium multitudo stolis albis et candidis induta, clamans pacem et misericordiam da nobis, Domine, da nobis, et demum cum iustitia et pax de coelo descenderit invicem obsculatae sunt, et veritas et pax super terris orta est, et verus pastor omnium cognoscetur, etjustus rex surget in terris… »

 

«A través del mundo una multitud de gente revestida de blanco va gritando: «Señor, concédenos la paz y la misericordia, dánoslas». Y al final, cuando la justicia y la paz hayan descendido del cielo, se besarán. Y la Verdad y la Paz brotarán de la tierra, y el verdadero pastor será conocido de todos, y el rey justo se levantará sobre la tierra…»[6]

El propósito de estos avisos era animar a los Bianchi (los “blancos”), es decir, a los peregrinos que en gran número se iban concentrando en Roma para la celebración del Jubileo de ese año.

Por otra parte, también se hace referencia a tres de las virtudes celestiales en una canción de Girolamo Benivieni, uno de los más cercanos seguidores de Savonarola, en el que describe la visita de Cristo a Florencia con el fin de ver y juzgar la ciudad recientemente reformada. La Misericordia y la Justicia se presentan ante él y se abrazan, reunidas por la Paz. La canción, publicada en 1500, probablemente fue escrita en vida de Savonarola, para ser cantada por los grupos de sus seguidores más fervientes. En un sermón predicado en diciembre de 1494, Savonarola utiliza la imagen de las virtudes celestiales para ilustrar cuán grande es el amor de Dios por Florencia:

«lo t’ho detto piu volte nel tempo passato, Firenze, che benché habbia Dio apparecchiato per tutto un gran flagello, nondimanco che dall’altra parte Dio ti ama e vuolti bene, e però si può dire che in te sia verificato quel detto: misericordia et veritas obviaverunt sibi, cioé la misericordia e la iustitia sono venute l’una incontro all’altra nella cittai di Firenze. El flagello veniva da una parte et la misericordia se gli e fatta incontro dall’altra parte, et iustitia et pax obsculatae sunt, et sonsi abbracciate insieme et Dio t’ha voluto mostrare la iustizia e da altra parte farti misericordia e salvarti… »[7]

«Te he dicho varias veces en el pasado, Florencia, que aunque Dios te ha preparado un gran azote, sin embargo, por otro lado te ama y te es benevolente. Y por lo tanto se puede decir que en ti se ha cumplido aquello que está escrito: «misericordia et veritas obviaverunt sibi”, es decir, la misericordia y la justicia [sic] se han reunido en la ciudad de Florencia. De un lado, llegó a ti el flagelo, y del lado opuesto, la Misericordia; y, «la Justicia y la Paz se besaron», se abrazaron la una a la otra. Así, Dios ha querido mostrar su justicia y por otro lado, ser misericordioso y salvarte…»

Según Hatfield, este pasaje parece adecuarse, no sólo a la Natividad Mística, sino a otro cuadro contemporáneo de Botticelli que también se ha considerado como inspirado por las prédicas de Savonarola: la llamada Crucifixión Mística, datada en 1502 y que se encuentra hoy en en el Fogg Art Museum, en Cambridge, Massachusets, USA:

 08 Botticelli - Crucifixión Mística

Aunque Hatfield no abunda sobre esta obra y sólo señala su posible fundamentación en el sermón de Savonarola de diciembre de 1494, me parecen evidentes las razones que lo llevan a realizar esa plausible interpretación. Por ello, me atrevo a continuar en este punto el análisis por mi propia cuenta.

Esta inusual crucifixión (no aparecen en ella figuras convencionales como la Virgen María ni Juan Evangelista, tampoco soldados romanos o José de Arimatea, ni la Luna ni el Sol lamentándose por la muerte de Cristo) muestra a una mujer joven, con los largos cabellos castaños y sueltos cayendo sobre su espalda, postrada y abrazando la cruz, en un dramático rictus de dolor y súplica. Pueden reconocerse en ella los rasgos convencionales de María Magdalena, la pecadora arrepentida; sin embargo, esta figura puede leerse en otra clave y también puede representar alegóricamente a la ciudad de Florencia, arrepentida por sus pecados y suplicando piedad a Dios. A ello abona el hecho de que Botticelli representa con exactitud a la ciudad misma al fondo, en vez de hacer una idealización de Jerusalén, como era común para la representación de las crucifixiones.

Un ángel, vestido de blanco y situado bajo el brazo izquierdo de la cruz, levanta una vara con la mano derecha, con la que está a punto de asestar un golpe a un animal de difícil identificación que sostiene con la mano izquierda (quizá se trate del Marzocco, el león heráldico que representaba el poder popular y la riqueza de la República Florentina). A estas figuras, que tal vez representen el “gran azote” que Dios tiene preparado para Florencia, se suma la amenazante nube negra que, envolviendo la siniestra de Cristo, expele fuego y dardos negros.

La cruz se constituye en un eje que divide en dos la obra, y su lado derecho se opone al antes descrito, pues en él se ve la figura de Dios Padre (situado en la esquina superior izquierda con respecto al espectador) que llena de luz la ciudad de Florencia y, misericordioso, envía escudos blancos con cruces rojas como defensa contra la tormenta de fuego y obscuridad que avanza desde el extremo contrario. Con ello se apega Botticelli puntualmente a la advertencia del sermón de Savonarola sobre la ciudad: “De un lado, llegó a ti el flagelo, y del lado opuesto, la Misericordia… así, Dios ha querido mostrar su justicia y por otro lado, ser misericordioso y salvarte”

Con esto, se muestra el gran influjo que Savonarola ejerció sobre el Botticelli tardío y su decisión de llevar su arte de vuelta al “medievalismo”, como señala Guido Cornini en su Botticelli, regresando al carácter visionario de la iconografía precedente: “Repudiada la perspectiva, el dibujo, la ciencia de la proporción, renegado el valor ético de la historia y de la Antigüedad, ahora el pintor parece buscar sus modelos en el primitivismo de Fra Angelico o en el ‘expresionismo’ irracional de mediados del siglo (XV)”[8]

Hasta aquí, lo que se refiere a al fundamento alegórico de las imágenes de las ramas de olivo, los tres ángeles en el techo del portal, los besos, abrazos, la conducción de los pastores al pesebre y las posturas del la Virgen y el Niño. Sin embargo, faltan más elementos de la interpretación que Hatfield nos ofrece sobre la Natividad Mística. Los abordaremos en otra ocasión.

Feliz Navidad 2012 tengan ustedes.

José María Guadalupe Cabrera Hernández


[1] Prediche nuovamente venute in luce del reverendo Padre Fra Girolamo Savonarola da Ferrara… sopra il Salmo ‘Quam bonus Israel Deus’, predicate in Firenze in santa Maria del Fiore in uno Advento nel MCCCCXCIII…, Venice (Agostino de Zanni) 1528, fols 112v-20v.

[2] Savonarola, G. Prediche…’Quam bonus’ (as in n. 4), fol. 116r.

[3]Hatfield. “Botticelli’s Mystic Nativity…” p. 90

 

[4] Savonarola. Op. cit. Fol. 116 r-v

[5] Hatfield. Op. cit. p. 91

[6] Luca Dominici, Cronache, ed. G. C. Gigliotti, Pistoia 1933-9, i, p. 137. See also Giovanni Sercambi, Le croniche, ed. S. Bongi, Rome 1892, ii, p. 304.

[7] Prediche del Rev. P E Hieronymo Savonarola… sopra alquanti salmi et sopra Aggeo Profeta fatte del mese di Novembree t Dicembrel ‘anno Mcccclxxxxiiiir accolted alla sua viva voce…, Venice (Bernardino Bindoni) 1544, fol. 59r; Prediche sopra Aggeo, ed. L. Firpo, Rome 1965, pp. 133-4. Psalm 85.10-11 (84.11-12) Hatfield señala que este discurso también constituye le fin de un sermón muy “savonarolano” recopilado en 1499 por Bernardino dei Fanciulli: ‘Predica di Pietro Bernardo da Firenze inutile servulo di Iesi Christo, et di tutti li fanciulli di [buona] volunta. Facta a Spugnole di Mugello, loco di Giovanni Pepi. Adi ii di marzo Mcccclxxxxix’, in Prediche, Florence (Bartolomeo de’ Libri) 1500 (copy in BNCF: Magl. L.6.22), sig. e6v.

[8] Cornini, Guido. Botticelli. Art Dossier. Giunti Industrie Grafiche. Italia, 1985, pp. 47. La traducción del italiano al español es mía.