Archivo de agosto, 2011

ANTIPOÉTICA #7: EL ESPÍRITU DEL SABBATH

Posted in Antipoéticas on 14 agosto, 2011 by teseos30

A menudo me asalta
el Espíritu del Sabbath,
me alcanza,
me hiere,
y me arranca
-a la vez-
una lágrima,
una carcajada
y un suspiro…

EXABRUPTO #6: ELOGIO DE LA HIPOCRESÍA

Posted in Exabruptos with tags , on 5 agosto, 2011 by teseos30

Me río de la gente que dice no ser hipócrita,

río de la gente que dice ser siempre sincera,

río de la gente que dice odiar la mentira,

río de la gente que afirma decir siempre la verdad,

que dice no tener dobles intenciones,

no tener nada que ocultar,

no tener un alter ego albergado en el corazón.

Que afirma no haber claudicado —o desfallecido— en el cumplimiento de sus valores o antivalores; ora impuestos, ora autoasumidos.

Que asegura nunca haber roto una promesa en pro de conservar el pellejo, una posesión, un interés, un deseo, un afecto, un prestigio real o ilusorio.

Que alega nunca haber vencido la tentación sucumbiendo a ella, empapándose y ahogándose en la ambigua dulzura de su aroma, de su sabor, de su textura, de su voz, de su presencia, manifestación y fuga.

De los antimoralistas que, ilusos, ignoran (o pretenden ignorar) que, en su rabia e ímpetu “transgresor”, sólo intercambian una moral por otra. Lo único que hacen es cambiar sus cadenas previas por aquellas que más les placen. Todos arrastramos los grilletes que nuestras acciones y nuestros deseos nos han adquirido a pulso.

A la menor provocación hasta el más pintado “liberal” se refugia en el fortín de las normas.

Esos son los primeros hipócritas, mentirosos y siniestros.

Son excelentes por serlo doblemente.

Nadie se salva en este planeta de los «gustos culposos»

ni de un deseo vergonzante.

Y si alguien alza la mano diciendo

que está libre de pecado,

¡no le creo! y me río hasta la muerte.

Maldita la hora en la que la hipocresía fue proscrita y convertida en algo asqueroso, condenable y nefasto. Con ello el cristianismo negó —junto con nuestra sensualidad y nuestra racionalidad— uno de nuestros rasgos determinantes. Rabbí,  tachaste de hipócritas —sepulcros blanqueados— a fariseos y saduceos, pero ¿qué mayor hipocresía que hacer del amor religión, salvaguardando y afirmando a la vez las piedras que hacen tropezar y caer a los hombres una y otra vez en su propia condición y, por tanto, en el castigo inexorable de un dios pronto para la ira y lento para el perdón? ¿Qué mayor hipocresía que ser adorado por hipócritas en altares erigidos y consagrados por hipócritas? ¿Qué mayor hipocresía que la de mantener en pie la Ciudad del Mal con el fin de que sirva de fondo contrastante para el esplendor fulgurante de la “bondad” divina? Rabbí, Rabbí…

Por eso hoy, hago mi elogio de la hipocresía.

Hipócrita es nuestra cultura e historia de punta a cabo.

Es la argamasa que une las piedras

de la fábrica de nuestra civilización,

de nuestro arte,

de nuestro amor.

¡Alabada seas, Hipocresía!

Quizá seas la única verdad incontrovertible…

José María Guadalupe Cabrera Hernández