OFICIO DE VÍSPERAS
Fresca tiniebla del Septiembre.
Vibran los salmos pétreos
entre las ruinas de la ermita negra.
La hiedra y el musgo
formen el manto
de la ninfa oficiante.
El aliento de las criptas
sea el pneuma del canto
y el fuego primigenio de los cirios:
fuego rojo de ritos proscritos,
fuego azul de atanores cósmicos,
fuego verde de héroes dormidos.
Fuegos que tornan en mares los metales.
Todo está dispuesto.
El altar está hendido,
el sacerdote es anatema,
démones diáconos lo asisten.
Sea la ofrenda
la plata lunar,
cabellera ondulante
que desciende de las bóvedas
a las caderas de la nave serena.
Nadie debería estar aquí,
nadie debería elevar su plegaria.
Pero todo está dispuesto,
todo está por consumarse.
¡Arribe el Silencio
en la Víspera de la Nada!
José María Guadalupe Cabrera Hernández