CHAMANA
Un hombre canta ante el abismo
y sólo convoca el eco,
las tantarrias
y las rocas bañadas de ocre.
Una mujer danza y canta
en el mismo lugar,
doce horas después,
cuando el incendio meridiano
ha cedido ante el gélido aliento
de las tinieblas.
Hace vibrar su cuerpo,
el magma incandescente
de sus venas,
hace crepitar
sus senos,
sus caderas
y es el universo entero
el que se estremece…
José María Guadalupe Cabrera Hernández