Después de un largo y autoimpuesto silencio vuelvo a las andadas. Sé que antes dije que la próxima sería una lujuria, pero pos las cosas no salen siempre como uno las espera. Y bueno, pos no será la primera vez que la existencia me ponga el pié y me haga cambiar de propósito. Así que en vez de la lujuria, asomó su rostro la pinche Huesuda y maldito sea el momento en el que lo hizo (aunque muchas veces Amor y Muerte anden juntos).
Se llevó a dos de los mejores hombres de nuestra época y de toda la historia. Dos de las voces más críticas, sensibles y sabias de este jodido planeta. Dos intelectuales de talla inigualable, me cai ¿Qué lógica y orden puede tener este mundo mugroso y loco si se lleva a los mejores y deja que prosperen los peores?
No abundaré mucho, pues mejores mentes y plumas que las mías escribirán las palabras que en verdad estos dos gigantes merecen. Sólo diré que en verdad me duele esto, pues lo que hace falta -entre tanto insensato y jijo de la tiznada que dirige a los pueblos- son precisamente inteligencias como las que acabamos de perder. Si algo puede hacernos volver al cauce de la civilización bien entendida y mantener nuestra condición humana es la razón esplendente de gente como José Saramago y Carlos Monsiváis (snif de la R.)
Mala noticia la de su partida, menos mal que nos dejan su sabiduría a la mano y la oportunidad de dialogar permanentemente con ellos. Terrible responsabilidad tenemos los enanos ante la herencia de los genios. Ni modo. Don José, Don Carlitos: ¡Hasta siempre, maestros…!
José Saramago (1922-2010)
Carlos Monsiváis (1938-2010)
Piedra de Escándalo 